Desde el pueblo Uharte-Arakil (Navarra) se puede ver una pared de roca caliza oscura llena de vegetación. A simple vista parece que la escalada va a resultar algo incómoda, pero para nada...
La pared está llena de vías que van del V grado al 7a, equipadas con parabolts y rapelables todas ellas.
Nuestra intención era hacer una vía de 4 largos que no nos llevara mucho tiempo, ya que llegamos a la pared a las 17 h. La elección fue "fliparax", una vía de 120 metros y 6a de dificultad. La vía elegida es la del número 3 que aparece en el siguiente croquis.
Largo 1: un fácil largo de grado 4 lleno de buenos agarres tanto para pies como para manos. Tras 30 metros se llega a la reunión, equipada totalmente con parabolts y argollas, no es excesivamente cómoda.
Largo 2: tiene unos pasos de 6a con agarres en forma de "gotas de agua" y alguna que otra adherencia en los pasos finales al hacer una travesía hacia la izquierda que te deja en la siguiente reunión. Son 30 metros aproximadamente y el grado es bastante mantenido. La reunión es muy cómoda, en una repisa amplia junto a un árbol bastante grande y está equipada con dos parabolts (a la derecha está la línea de rápeles con dos argollas).Largo 3: empieza hacia la izquierda con un V grado siguiendo la fisura más evidente, tras ella unos pasos de IV para terminar con alguna adherencia de V+ un tanto lavada que termina en una reunión muy incómoda y volada.
Largo 4: tiene dificultad V hasta los últimos dos metros que se superan con un IV grado hasta la reunión. En la reunión existen dos parabolts con argollas que indican el inicio de los rápeles.
Las vistas desde arriba, como siempre... El descenso son 4 rápeles por el mismo sitio de ascensión. El tiempo total empleado fue aproximadamente 1h 45min. (con rápeles 2h 45min).
Ha sido una escalada especial, no precisamente por su belleza, ni por su dificultad sino por lo personal. Volver a escalar después de un accidente siempre es difícil, y aunque es la segunda vez que me ocurre y fue mucho peor la anterior, vuelven a surgir miedos...los pensamientos son tan intimistas, tan valiosos...no aprender de ellos sería muy necio. He vuelto a escalar, he vuelto a percibir el "olor de las estrellas" como decía Miriam García Pascual en su libro "Bájame una estrella" (uno de los pocos libros que me ha hecho llorar), y en su libro y en ella he pensado mucho mientras escalaba, para así olvidarme de los miedos que me habían vuelto a hacer un ave atado al suelo. Quien haya leído el libro entenderá lo que escribo, el que no lo haya leído se lo recomiendo, nunca he leído algo tan íntimo ni tan transparente que hable de lo que se siente en la montaña...
MIRIAM GARCÍA PASCUAL
Nació en Tafallla en 1963 y murió el 25 de mayo de 1990 (a los 26 años) mientras escalaba el Meru Norte (Himalaya). Fue la primera mujer que coronó los más de 1000 metros de granito de "El Capitán" en Yosemite (EEUU), pionera de la escalada femenina de big wall de los 80 en nuestro país...llegó a la élite de una forma sencilla, héroe de gestas sin honores ni grandezas...Yosemite, Patagonia, Mali...una escaladora que quería cambiar el magnesio por el polvo cósmico de las estrellas.
Su libro es como una ventana a sus sentimientos, transparente, que vaga del alma solitaria que tenemos todos los montañeros a las certezas que transmite la compañía, dos maneras de vivir en los que yo también confieso sentirme viva. "Viajé con la ilusión de llegar a ser un pájaro y volar cada vez más alto", comenzaba Miriam en Bájame una estrella...la verdad es que me hubiera gustado conocerla, saber qué estrella le daba su luz.Ella quería ser una chova, ella nació pájaro, un pájaro que miraba con envidia a la gente que es feliz en tierra, como el rebeco mira con nostalgia el vuelo de las águilas. Ella quería subir, subir y subir...como una verdadera chova, haciendo nidos en las paredes.
Y ahora está allá, arriba, y quizás allí no necesite que le bajen una estrella...se pondrá de puntillas sobre el mundo y las acariciará.
Amó las estrellas y fue una estrella que brilló con luz propia.